Un Rincón para pensar
Hay un término que debe ser conocido y ocupar su lugar junto con las demás formas de gobierno, porque en tanto no seamos conscientes de la forma en que nos conducimos, no podremos reconducirnos, entiéndase aprender y rectificar. Permitidme que os presente a la OCLOCRACIA.
En cuestiones de Democracia, es recurrente traer a colación a sus inventores, los griegos, aunque obviamos que para ellos el pueblo, no era, ni de lejos, lo que nosotros consideramos como tal. La democracia griega era más una aristocracia (Gobierno de los más preparados) que otra cosa. Y aunque les suene raro a los republicanos actuales, las democracias griegas tenían reyes (La era de mayor esplendor heleno lleva el nombre de uno de ellos… “El Siglo de Pericles”).
No todos los ciudadanos se ganaban el derecho a votar (Las mujeres no votaban y los que tenían mala reputación tampoco) y no todos eran ciudadanos. Había “ilotas”, (siervos más esclavos que empleados) y había Idiotas, cuya raíz “idio” denotaba lo particular, lo privado, con lo que, en principio, idiota era simplemente aquel que se preocupaba solo de lo suyo propio y se desentendía de la política. (La raíz “idio” la encontramos en otras palabras, como «idiosincrasia» rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo o de una colectividad) e incluso «idioma» lengua de un pueblo o nación, o común a varios).
La única diferencia es que en aquellos tiempos, los “ciudadanos”, aquellos que tenían derecho a voto, no se idiotizaban desde la escuela ni luego con telebasura, (Ahora uso la raíz «idio» en su acepción moderna de “hacer que una persona adquiera el comportamiento propio de los cortos de entendimiento). Los “ciudadanos” eran personas instruidas y acostumbradas a los debates del ágora.
Así, primero Sócrates, luego su alumno Platón, después el alumno del alumno, Aristóteles y 200 años más tarde Políbio, en su “Anaciclosis” identificaron hasta SEIS formas de gobierno, de las que tres eran buenas en origen y las otras tres, derivadas cada una de otra de las anteriores, eran formas de gobierno degeneradas. Cinco de esas formas de gobierno las conocemos todos, pero la sexta, casi nadie conoce su nombre y de momento lo reservaré.
Con ligeras variaciones, más que nada, semánticas, estos cuatro filósofos sostenían que la primera forma de gobierno sería ese despotismo espontáneo de quien se impone al resto por valentía, sabiduría, o astucia y evoluciona hacia la MONARQUÍA del líder que se conduce por la razón y por la aceptación de los súbditos.
Con el tiempo, el monarca cambia la razón por la fuerza y degenera en TIRANÍA, hasta que los más capaces, elegidos por sus iguales en base a sus méritos, se rebelan e instituyen una ARISTOCRACIA, (literalmente “gobierno de los mejores”).
Cuando el poder acaba seduciendo a la aristocracia, convirtiéndola en hereditaria o mítica, esta evoluciona a su forma degenerada: la OLIGARQUÍA, (gobierno de los de la misma clase), y prescinde del reconocimiento libre de la comunidad.
Hasta que la gente, harta de injusticias y agravios de sus gobernantes, vengativamente se rebela y da vida a la DEMOCRACIA o gobierno del pueblo.
Llegados aquí, pareciera que hemos alcanzado el culmen en cuanto a formas de gobierno y, sin embargo, sólo llevamos cinco formas y nos falta otra.
Los griegos también eran unos grandes matemáticos, herederos de los sumerios, y sabían que todo cuanto se decide por mayoría se rige por las leyes de la media aritmética. Las mayorías no eligen lo mejor, sino lo que la media cree que es mejor y la media, por propia definición, es “mediocre”.
Y si los individuos, aisladamente pueden ser torpes, tontos de remate, medio listos o listos del todo, el Pueblo suele ser una muchedumbre reaccionaria y falta de preparación, cuyas emociones predominan sobre la razón y bajo el principio de que la mayoría es mediocre mientras que el individuo puede ser inteligente, el demagogo, seduce a esa mayoría de la mediocre masa electoral con promesas incumplibles y argumentos falaces, amparado en sus propios prejuicios y apelando a las pasiones, consiguen formar una mayoría electoral injusta e irracional que entrega su voto a actores que parasitan la sociedad; (Políticos, empresarios y banqueros corruptos).
Y la Democracia degenera en una OCLOCRACIA (de “okhlos”, muchedumbre), o "tiranía de las mayorías incultas" descrita por Polibio como "el fruto de la acción demagógica". Y esta es la sexta forma de gobierno que casi nadie suele conocer.
En general, se desconoce el concepto de oclocracia, y no tiene que ver con la lejanía en el tiempo de su concepción histórica. Democracia, aristocracia, tiranía, oligarquía y monarquía, tienen su origen en los mismos tiempos y sin embargo, siguen vigentes.
No dudamos en llamar tiranías a algunas monarquías árabes, u oligarquías a los poderes financieros, y nos vanagloriamos en llamarnos democracia, pero nadie se acuerda del término Oclocracia.
Y quizá se deba a que nos incomoda ponerle nombre a la irrefutable degradación de nuestra democracia. Al trágico y terrible hecho de que la oclocracia implica reconocer que, en realidad somos una muchedumbre inculta (¡Un Rebaño!) y no el pueblo de ciudadanos formados e informados que presumimos ser.
Los oclócratas han conseguido convencernos de que nos gobernamos a nosotros mismos en democracia, cuando lo cierto es que somos parte de la muchedumbre inculta… Somos ¡Nosotros el Rebaño! (Seguir link), actuando como borregos o como se dice en la moderna psicología, practicamos la “conformidad grupal”. En definitiva, el poso de esta reflexión se concentra en un concepto… ¡En que, por pura lógica matemática, las Mayorías, son siempre Mediocres!
Si quien lea este artículo cree que merece la pena que se difunda, no debería dudar en hacerlo, pues en la comprensión de la dinámica social y política está el único acicate para superarnos y dejar de ser muchedumbre inculta y pastoreada como un rebaño
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Comentarios
Rafa P. La CiberMonja ;)
06.06.2018 07:51
muy muy , pero que muy interesante. Esto tengo que pasarlo a información gráfica, es la forma en que esa "muchedumbre" que formamos todos los que participamos en las redes, podemos entender esto.
Comentarios recientes
30.10 | 09:14
Magnífico relato.
05.10 | 04:27
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Hace mucho tiempo que dejé de ser demócrata ¡Nadie hoy día tiene ni puñetera idea de lo que es la democracia, en qué se fundamenta y cuáles deberían ser las reglas para que la democracia fuera aceptable!
En la democracia helena las reglas no eran las de ahora y extrapolarlas nos lleva a un “totum revolutum” disparatado y a unos sistemas que llamamos democráticos pero que nada tienen que ver con la idea original.
La justificación filosófica de la Democracia nos la daba Sócrates, quien sostenía que BIEN es igual a VERDAD, mientras que MAL es igual a IGNORANCIA. Que buscamos la felicidad con la esperanza de llenar un vacío que no comprendemos y que el ignorante intenta llenarlo con satisfacciones efímeras y pasionales que sólo se consiguen en lucha contra otros, lo que acaba propiciando que surja el MAL...(¡No existe satisfacción más pasional que la sensación de ostentar el poder del sillón…!)
Sin embargo, la VERDAD es única y la misma para todos, sólo alcanzable con el razonamiento lógico y la comprensión de lo que nos rodea, y quienes logran alcanzarla son igualesentre sí”; de donde deducía que "sólo somos libres entre IGUALES" y concluía que no podía haber una clase gobernante, pues deberían gobernar todos los iguales por igual.
Esos"iguales", sin embargo, no son todos los ciudadanos, porque la igualdad a la que se refería Sócrates no es la igualdad para elegir o ser elegidos, sino a la igualdad en la sabiduría, por lo que solamente aquellos capaces de comprender con lógica aquello que nos rodea tendrían legitimidad para votar.
En la Democracia Griega, no votaban todos los ciudadanos, sino solamente aquellos que se ganaban ese derecho con sus intervenciones en el ágora y aun así Platón advertía que solamente se alcanzaría un gobierno justo cuando el gobernante fuese filósofo, es decir, alguien por encima de la media que votaba en el ágora. ¡Es la utopía de las sociedades justas, gobernadas por reyes filósofos, (O cuando los filósofos fueran elegidos reyes)!
Esa forma de gobierno se llama “Politeia” y tanto Sócrates, como luego Platón, Aristóteles y más tarde Polibio, denominaban la Democracia como “Oclocracia”, que literalmente significa Gobierno de la Muchedumbre Inculta. ¡Mientras la politeia se basaba en el gobierno de los más sabios, la democracia era el gobierno mediante decisiones de una turba ignorante!
Platón describió la Politeia en una obra que desgranaba esa idea de gobierno de filósofos y cuando los romanos la tradujeron al latín, como quiera que trataba de una forma de gobernar…, de gestionar lo público, tradujeron el título como “Res Pública” (La cosa pública); siendo ahí donde nació el nombre de su famosa obra “La República”, en la que aparecen el famoso “Mito de la caverna” o el “Mito del Superhombre” (mucho antes del superhombre de Nietzsche).
Los griegos, como buenos matemáticos, herederos de los sumerios, sabían que todo cuanto se decide por mayoría se rige por las leyes de la media aritmética. Las mayorías no eligen lo mejor, sino lo que la media cree que es mejor y la media, por propia definición, es “mediocre”. Luego, elegirán matemáticamente una solución mediocre; nunca la mejor solución, cuyo vislumbramiento solamente alcanzarán los sabios. (Sabio = BIEN, mientras Mediocridad = MAL).
El Pueblo suele ser una muchedumbre formada por individuos que, aisladamente, pueden ser listos o torpes, tontos de remate, medio listos o listos del todo, pero que en masa no son más que una multitud reaccionaria y falta de preparación, cuyas emociones siempre predominarán sobre la razón. Y bajo el principio de que la mayoría es mediocre, mientras que una persona, individualmente puede ser inteligente, a un individuo inteligente y demagogo le basta con seducir a la masa electoral mediocre con promesas incumplibles y argumentos faltos de toda lógica, apelando a los prejuicios y las pasiones, hasta conseguir formar una mayoría electoral injusta e irracional que entrega su voto a políticos indecentes y sin escrúpulos que parasitan la sociedad.
Johann Christoph Friedrich Schiller decía que los votos no deberían contarse, sino que deberían pesarse en función de la formación e inteligencia de los que votaban y que era sabido que la inteligencia siempre había sido cosa de pocos. En España es aún peor pues, como decía MACHADO, de cada diez cabezas, una piensa y nueve envisten. Así que me niego a ser muchedumbre inculta. Me niego a conformarme y ser cómplice de una estafa tan descomunal. Me niego a ser Rebaño.
¡Ah, y otra cosa antigua...de Sócrates...! "Justicia es dar a cada uno lo suyo". ¡Dar a todos lo mismo no sólo No es Justicia, sino que, además, tampoco es justo! ¿Se imaginan que en un instituto dieran a todos los alumnos la misma nota, independientemente del esfuerzo que realizaran para aprender...? ¿Que la nota media de la clase fuera de 6 y le pusieran esa nota a los que suspendan con un 2 y a los que aprobaron con un 9? Entonces..., ¿Por qué están convencidos de que en nuestra sociedad, lo justo es que quien no se esfuerza se aproveche de quien sí lo hace?
Por supuesto que respeto las leyes de la sociedad en la que vivo, pero no me pidan que haga míos sus dogmas, porque están basados en mentiras, errores y analfabetismo político y sociológico, en el desconocimiento de la Historia y de lo que significa la VERDAD y su importancia en el factor IGUALDAD, Igualdad para elegir e igualdad para ser elegido; para ser iguales ante la Ley, pero, sobre todo, la incapacidad de la mayoría para distinguir entre "Iguales" e "Igualdad ante la Ley".
En definitiva, son muchas las razones para decir que...¡HACE MUCHO QUE DEJÉ DE SER DEMÓCRATA!