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Hubieron de acontecer muchísimas calamidades, guerras y otras vicisitudes hasta llegar a establecerse un primer concepto de Estado-Nación. Tan solo el nombre de algunas de estas guerras espeluzna (Guerra de los Cien años, Guerra de los Ochenta años, Guerra de los Treinta Años).

Dos tratados firmados en Westfalia en 1648 pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años en Alemania y a la Guerra de los Ochenta años entre España y los Países Bajos. Es lo que se conoce como La Paz de Westfalia.

Con tan sólo lo que representa el fin de dos contiendas de tal envergadura, da idea de lo enmarañado y a la vez importante que fue este hito histórico, su complejidad, las personas que hubieron de intervenir, su número y su relevancia.

La Paz de Westfalia fue el primer congreso diplomático moderno e inició un nuevo orden en Europa en el que nació el concepto de "Soberanía Nacional" y estableció el principio de Integridad Territorial, fundamento de la existencia de los Estados, frente a la concepción feudal de que territorios, pueblos y religiones constituían un patrimonio hereditario.

Modificó las bases del Derecho Internacional para impedir a unos Estados imponerse a otros y se estableció el principio de soberanía territorial, el principio de no injerencia en asuntos internos y el trato de igualdad entre los Estados independientemente de su tamaño o fuerza… ¡Se estableció, como he dicho, el Estado-Nación!

Y es a la hora de organizar un Estado-Nación, cuando debemos discernir los matices que diferencian el concepto de nación, en general, de el de Estado–Nación; porque éste último puede organizarse de varias formas; desde el centralismo más acusado, pasando por la Federación de Estados, las confederaciones, o nuestras propias Comunidades Autónomas, entre otras formas; siempre y cuando conformen un único Estado, y todas estas formas valen, pero todas deben contar con una serie de atributos que conforman un concepto llamado “Estatidad” que son: Capacidad de externalizar su poder, el reconocimiento de otros Estados, capacidad de institucionalizar su autoridad mediante la creación de organismos de coerción como Fuerzas Armadas, Policías, Tribunales, escuelas, etc., capacidad de controlarlas diferenciadamente con un conjunto de instituciones profesionales y específicas, en especial las dedicadas a la recaudación de impuestos y capacidad de crear símbolos generadores de pertenencia interna, como himnos y banderas propias y diferentes a los de otros Estados.

Existen, además, otros atributos como son: Funcionariado, Burocracia, Monopolio Fiscal, Ejército permanente, Monopolio del uso legítimo de la fuerza y División de Poderes, y a todo lo anterior, hay que añadir, lo más sustancial e imprescindible; es decir: El Territorio, la Población y la Soberanía.

Territorio: como límite geográfico que alcanza a mares, ríos, lagos, espacios aéreos, etc., claramente delimitado y como factor que lo distingue de Nación.

Población: como sociedad sobre la que se ejerce el poder de las instituciones del Estado.

Y Soberanía: que, referida al Estado, es la facultad de ser reconocido como la institución de mayor prestigio y poder dentro de un territorio determinado. Y en el ámbito externo o internacional, limitada por el Derecho Internacional, los organismos internacionales y el reconocimiento de los demás Estados.

De la Paz de Westfalia surgió el concepto de Estado-Nación, mientras que “nación”, como tal, no es más que un término abstracto que en sentido lato se emplea con muchos y variados significados: Estado, país, territorio, etnia, pueblo, habitantes, etcétera. Hay Estados que consideran que están formados por una sola nación, (Ej.: Francia). Otros, han surgido de una idea romántica, casi mitológica, tras un proceso de reunificación, como Italia o Alemania. Hay Estados con múltiples idiomas, religiones o grupos étnicos dentro de ellos, como Bélgica o Suiza, Estados Unidos o Reino Unido, constituido por cuatro naciones, Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales, todas con una gran conciencia nacional, pero que no les impide que predomine el sentido de lo "british".

Y por el contrario, hay naciones sin Estado o que directamente se extienden a lo largo y ancho de varios Estados; como la Nación India (en EE. UU.), la Nación Gitana, la Nación Kurda y, hasta la creación del Estado de Israel, la Nación Judía.

Así, pues, sentir que se es una nación por poseer una cultura peculiar o ser de una etnia, no es una característica que defina en sí el derecho a constituirse en Estado, mientras que, por el contrario, el Estado-Nación deja al margen el Ethnos feudal y se fundamenta en el Demos, asumiendo un nuevo orden social nacido de cuatro revoluciones: La Revolución Francesa, la Revolución Burguesa, la Revolución Industrial y la Revolución Liberal.

Fue un proceso lento, largo y doloroso, cuya evolución se puede rastrear desde la "República" platónica hasta su maduración en 1789 con la Revolución Francesa.

De lo anterior, con todo el respeto para los catalanes, su cultura, sus peculiaridades y demás, se desprende que Cataluña y los catalanes no son ninguna nación, por mucho que cuatro gilipollas accedieran a ponerlo así en la Constitución. Un intento de armonizar y calmar a exaltados no legitima lo ilegitimable, históricamente contemplado, y aunque esos cuatro iluminados se empeñen en considerarse una nación, como la Nación India o la gitana, eso no les confiere ningún derecho sobre un territorio, por mucho que lo ocupen mayoritariamente. Yo soy de Murcia, pero Murcia no es mía.

Los independentistas catalanes, que son gentes que han estudiado a fondo estos temas, no son más que hipócritas que quieren robarme un trozo de territorio que todos los españoles disfrutamos en "USUFRUCTO"; y si revisan las condiciones de "Estatidad" que he mencionado, verán porqué insisten tanto en lo de la Hacienda Pública y, la salida de “su Territorio” de la Policía, la Guardia Civil y el Ejército… Sólo que no tienen ningún Territorio, no son una nación y el único "Hecho ¨Diferencial" que tienen es el de ser unos hipócritas que malversan los caudales públicos puestos a su disposición por el Estado Nación España y sus ciudadanos españoles residentes en Cataluña, para gastarlo en sus objetivos particulares de ingeniería social, sedición y rebelión.

Esta gente no son más que unos delincuentes y el Gobierno de España, sus Cooperadores necesarios.


[1] (Extracto de mi libro "El verdadero caso de los catalanes")

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Comentarios recientes

30.10 | 09:14

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