Desde hace ya mucho tiempo, vengo sufriendo un verdadero dilema interior. La honestidad personal me empuja a no dar la razón porque sí, porque considero que es una falta de respeto dar la razón como a los tontos; es decir, si pienso que estás equivocado, debo tratar de rebatirte con argumentos, pues lo contrario… Darte la razón porque pienso que no das para más, es denigrarte y considerarte tonto.

Esto último no suele causar trauma alguno con desconocidos, pero con los amigos es terrible, porque no se trata de que tengan que pensar como tú, ni mucho menos; es que de continuo, te percatas que algunas personas a las que por circunstancias lejanas en el tiempo, pertenecían al círculo más interior de tus amistades, con el paso de los años, han seguido una derrota hacia la periferia de ese círculo; y lo han hecho tanto por la falta de roce, como porque con la evolución personal, se ha acentuado esa divergencia tan común entre las personas que comparten algo. Son como esos matrimonios que al principio lo compartían todo porque el uno cedía para con el otro y el otro se acomodaba al uno por amor. Hasta que poco a poco, las pequeñas cosas, a modo de astillas insertadas que se hinchan con la humedad de la repetición y la pérdida de enamoramiento, acaban abriendo brecha y ensanchando la grieta que rompe la unión.

Esos amigos divergentes, que además van pasando de amigos a amistades, son los que, cada vez más frecuentemente, me provocan ese dilema. Amistades recuperadas a través de las redes sociales te inspiran el deseo de reavivar aquel vínculo idealizado de la juventud. Muchos de ellos, además, se han convertido en personas con … llamémosle cierta aura. Han logrado cierta consideración de los que les rodean y hasta dan imagen de personas inteligentes, moderadas y con auctoritas; hasta el punto de que, conscientes de esa reputación, acaban por creer que sus análisis son infalibles y por lo tanto, irrefutables.

Así, llegamos a esos momentos, para mí, demoledores, en los que un buen día, se asoman a tu muro de Facebook y te espetan lo que para ti es una barbaridad, y te impacta doblemente. Primero porque tu mismo has llegado a otorgarles atribuciones que en realidad no poseen. Es el conocido como Efecto Halo, por el que una persona se nos representa ante nosotros como mucho mejor de lo que es en realidad, porque la recubre un halo que nosotros mismos le hemos puesto por vivencias anteriores que en nada o en poco justifican dicha atribución. Y por otro, porque el poso de esa amistad que te ilusionaba recuperar hace que atemperes mucho tus respuestas… que emplees circunloquios, que contemporices, que… evites decirle llana y claramente, ¡Estás más que equivocado y tu argumentación tiene la lógica de un zapato!

¿Qué hacer?, ser sincero e intransigente como si fueran desconocidos o contemporizar por conservar una amistad que es más un deseo que una realidad?

Las personas cambiamos, pero la verdad es una (Aristóteles) y desde Sócrates, la lógica es “Sota, caballo y Rey”, pero con toda la baraja… con todos los ángulos del problema que sea que aborde y aseguro aquí que, personalmente, no hay nada que me soliviante más que el que traten de refutarme con argumentos más simples que el mecanismo de un botijo.
Y me entristece, porque la cosa no está como para contemporizar. En algún otro artículo he hecho mención a que argumentar, analizar… procesar información y explotarla adecuadamente, con una exposición razonada, no es fácil, no ya por falta de conocimientos, sino, sobre todo por falta de método, de costumbre, de oficio, pero, sobre todo, por falta de rigor y profesionalidad.

Mi trabajo sí me exige esa disciplina, a la vez que es implacable con los fallos en los demás componentes de una exposición de análisis, pero muy a menudo, compruebo que personas acostumbradas a esas mismas imposiciones, aunque sean en otros campos, a la hora de abordar temas fuera de sus ámbitos profesionales, renuncian a ese rigor y basan sus discursos en las más burdas simples y poco elaboradas falacias, y cuando esas personas son amigos, poco a poco te cuestionas si no va siendo hora de pasarlos al grupo de amistades , porque la divergencia es tanta que un abismo nos separa, y no es ya un abismo ideológico, sino de idioma… de hablar en los mismos términos… De ser serio a la hora de construir un discurso o de conformarse con los eslóganes.

¡CADA VEZ TENGO MÁS AMISTADES… CADA VEZ TENGO MENOS AMIGOS!

Comentarios recientes

30.10 | 09:14

Magnífico relato.

05.10 | 04:27

Buenas tardes, encantado de saludarte. Soy Jose
Quería escribirte porque me ha parecido interesante comentar contigo la posibilidad de que tu negocio aparezca cada mes en periódicos digitales como not

18.07 | 12:59

Hola. ¿Cómo estás? Soy Alberto del Departamento de Prensa. Muchas gracias por atenderme.

He pensado que podría interesarte cómo podemos hacer que tu empresa aparezca en más de 50 periódicos digitales

18.04 | 05:00

¡Hola!

He llegado hasta tu página web y me ha parecido que es perfecta para aprovechar todo su potencial mediante la publicación en prensa digital y así poder llegar a los primeros resultados de los

Compartir esta página